Revista de ciencia de la Complejidad
ejemplo. La puesta en valor de culturas diferentes a la europea ha permitido la visibilidad
de “otra” manera de ser humano, con un efecto positivo para ampliar el marco desde el que
se ha interpretado el concepto ser humano. Pero, al mismo tiempo, podemos fijarnos en la
gastronomía y descubrir cómo brotan cadenas de comida étnica que bajo apariencia de
diversidad, tiende a una uniformidad bajo la fórmula de la comida rápida y la franquicia.
Se produce el efecto por una parte se visibiliza más la diversidad y, por otra parte, se pro-
fundiza en un individualismo cada vez mayor y, al mismo tiempo, homogeneizante.
Si lo llevamos al campo de la inteligencia artificial no es difícil descubrir el impacto que
puede tener el algoritmo en la identidad. La apertura al mundo que nos ha facilitado inter-
net, ayuda a poder transitar la identidad de una manera nómade, al permitir el acceso a
otras culturas y maneras de entender el ser humano y de, esta manera, ampliar el marco de
inteligibilidad desde el que catalogamos el mundo que nos rodea. Sin embargo, al mismo
tiempo, la acción del algoritmo restringe y dirige esa ventana de realidad a la que somos
capaces de asomarnos. Así, corremos el peligro de ser dirigidos hacia aquella visión que
refuerza nuestros presupuestos y nos afianza de una manera inmovilista en los mismo.
Actualmente se habla mucho de la polarización de la sociedad y la vida pública, sobre la
que dice Enrique Dussel que se convierte al otro en un enemigo político (Dussel 2021, 344).
No es necesario matar físicamente al otro, al contrario político -aunque vemos como toda-
vía sigue sucediendo- pero sí se anula la legitimidad del que tiene un proyecto diferente al
de uno mismo. La consecuencia, dice Dussel en el mismo trabajo, imposibilita toda acción
política. El sesgo de percepción puede amplificar el efecto de polarización, matando de
facto al otro. Es decir, convirtiéndolo en un otro que no tiene ninguna legitimidad política.
Mientras escribo estas líneas se ha producido en un país europeo un atentado contra su
primer ministro por cuestiones políticas. ¿Corremos el riesgo de que el algoritmo fomente
y aumente el odio al diferente?
En lo que a identidades colectivas refiere, también se puede producir un efecto negativo.
Estamos inmersos en la sociedad franquicia, un modelo de sociedad en el que el capitalis-
mo genera homogeneidad hasta en la diferencia. La franquicia no es más que una puesta
en escena para el consumo mediante la que la identidad colectiva se diluye en un gran es-
caparate donde el individuo está constituido por el hecho de consumir. Señala Adela Cor-
tina que en la era del consumo, debemos preguntarnos qué se consume, quién consume
y quién decide lo que se consume (Cortina y Carreras 2004). Desde ahí tenemos que pre-
guntarnos: ¿Cómo nos dirige la IA en aquello que consumimos? ¿Qué nos impele a un con-
sumo compulsivo y cómo colabora la IA en ello? ¿Es parte de nuestra identidad colectiva el
consumo compulsivo?¿Es parte de nuestra identidad colectiva qué y dónde consumimos?
¿
Es la identidad colectiva un bien de consumo? Y esta última no es una pregunta menor. Si
la identidad es un bien de consumo, nunca podré situarme en relación constitutiva con el
otro, sino que el otro sufrirá una nueva objetivación con algo ajeno a mí, en este caso algo
que puede ser consumido y su único valor es en cuanto bien de consumo.
ꢉ6